Cuando hay personas que afirman que el Fútbol es como la vida, están diciendo la verdad: en el Fútbol (como en la vida) se sueña y se lucha día a día por hacer realidad algo que en un momento solo fue una idea, un: "yo quisiera que esto pasara", pero, la vida (como el Fútbol), a veces, no quiere que uno, por más que trabaje por ése sueño este se haga realidad.
Hoy le ocurrió así al Once Caldas, trabajó los 90 minutos del partido por encontrar un resultado que al final nunca llegó: alcanzar la final de la Copa Colombia. 
El equipo luchó todo el tiempo por obtener un mejor resultado, por eso, por mí parte no le reprocho nada a este puñado de jugadores y cuerpo técnico que intentaron que las cosas salieran como todos queríamos.
Torrente planteó un partido inteligente desde el principio, el equipo esperaba al Santa Fe y siempre lo obligó a que este retrocediera, y, cuando se tenía la oportunidad, el equipo atacaba con cierta claridad y generaba que el rival se contrariara. Perfecto primer tiempo.
El segundo tiempo empezó con un golazo de otro partido que cambió la realidad de las cosas, como en la Vida: llegó algo que hizo tambalear un plan que estaba saliendo a la perfección. Ése gol desconcertó por un momento al Once Caldas y llegó, con una gran jugada colectiva del Santa Fe el segundo gol; ahí las cosas se oscurecieron, pero, desde el banco empezaron a llegar las respuestas para encaminar las cosas, pero, cuando estas llegaron, apareció el horror del árbitro que dio al traste, de una vez por todas, con el trabajo realizado por el Once Caldas.
Pero cuando el trabajo planeado no iba a dar resultado, aparecieron el corazón y las ganas para demostrarnos a todos que el equipo quería llegar a la final, para demostrarnos que podían llegar más lejos y, pues, lograron su objetivo: nos demostraron que sí pueden sudar la camiseta del Once Caldas hasta el último aliento, así que: ¡gracias!
No queda más que levantar la cabeza y seguir luchando por la Liga, hoy, nos demostraron que se puede.
 
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